Las matemáticas, siempre serán las matemáticas, dicen los docentes que tardaron años en llegar a enseñar como llegaron. Más que los que cualquier niño en media hora de computadoras aprende de la manera lúdica, o quizás por lo lúdico.

El asunto es que no es que las matemáticas vayan a cambiar, son los métodos los que cambien.

Lo que me temo es que con la iniciativa oficial de distribuir notebooks a los chicos, los programar de enseñanza sea obsoleto respecto a las políticas de esos programas.

Esto es así porque la capacidad de la tecnología de colocar al alcance del niño, conocimientos que de otra manera le llevaría años conseguir, no se acompaña con las actitudes de enseñanza en las escuelas.

No desespero, lo veo como una oportunidad, hay algo a lo que no se puede acceder desde la computadora, y eso el grupo humano.

Las actividades que se pueden realizar en la escuela, deberían ser participativas, deberían preparar a un niño para un futuro en el que necesitará de los otros para mejorar su entorno, deberían enseñarle a los niños, en vez de aislarlos dentro de una pantalla, que la forma en que podemos unirnos para objetivos comunes, son las formas de conseguir logros.

Este mensaje está completamente ausente en las actividades de la enseñanza usual, salvo esfuerzos aislados.

Los niños de hoy tecnificados, aprenden a competir, más que a compartir, el éxito de su desempeño se mide más por la astucia que demuestran ante la computadora que por la astucia social.

Es terrible pensar que cuando sepamos qué clase de adultos serán los niños de hoy, conectados, disociados de un entorno real, donde la socialización se realiza a través de compartir competencias con programas de computación, pero ya será tarde.

Aunque no faltará el que diga que todas las épocas han transitado por esta misma incertidumbre, en todos los casos la reflexión posterior, no ha servido de nada para generar los modelos de enseñanza del futuro.

Parece más bien que estamos en manos de corporaciones que les venden a los niños la idea de que estar tecnológicamente complementados los hace mejores y más felices.

A nuestros niños les estamos enseñando a conseguir cosas, para pasar al próximo nivel, las cosas son el ticket, no la calidad.

Me pregunto qué clase de valores les estamos inculcando y si con ello, serán capaces de enfrentar el futuro que les espera.